Escritor prolífico, de cultura oceánica y vida intensa: Político, periodista, historiador, crítico, y ante todo: maestro. Estudió en el colegio de los Sagrados Corazones, en el antiguo local de La Recoleta. Mostró temprana inquietud intelectual, cuando su padre le obsequió el Diccionario Histórico Biográfico del Perú, de Mendiburu y La Historia de la Conquista, de Prescot. Ingresó a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos cuando tenía 17 años. Optó los grados de bachiller (1920) y se graduó como doctor en Letras (1922), con las tesis Nosotros (en torno a las posibilidades del nacionalismo literario) y Elogio a Don Manuel González Prada. También fue Bachiller en Derecho (1925), con una tesis sobre El empleado de comercio, y un año después optó el título y se graduó de abogado (1926). Amó con intensidad a su alma mater, fue un alumno destacado y luego un maestro muy admirado en las distintas cátedras que dirigió.
Conjuntamente con Raúl Porras Barrenechea y Jorge Guillermo Leguía fue uno de los animadores del Conversatorio Universitario fundado en 1919 con la participación, entre otros, de Víctor Raúl Haya de la Torre, Jorge Basadre, Carlos Moreyra, Ricardo Vegas García y José Luis Llosa Belaúnde. El Conversatorio tuvo como tema de reflexión el Centenario de la Independencia del Perú, tema medular para entender el proceso de la identidad nacional. Incorporado a la Facultad de Letras de San Marcos en 1927, asumió la cátedra de Literatura Americana y del Perú, y eventualmente dictó las de Literatura Castellana y Literatura General.
Como personaje político se adscribió a una consecuente militancia política en el APRA. Elegido diputado por Lima al Congreso Constituyente (1931), sin embargo, su ardorosa oposición lo llevó al destierro junto con otros 22 diputados. Peregrino por Cuba, Panamá y Ecuador. Pudo volver en 1934 tras el establecimiento de la política de “paz y concordia” del Presidente Oscar R. Benavides. Asumió la dirección del periódico aprista “La Tribuna”, cuando terminó de manera súbita esta etapa fue nuevamente desterrado. Pasó a Chile, donde laboró como subdirector y más tarde director (1939) de la editorial Ercilla. Al mismo tiempo ejerció la enseñanza en la Universidad de Chile (1935 y 1937-1938), e invitado a diversas universidades del continente, dictó cursos o ciclos de conferencias. Al volver en 1944 fue incorporado a la redacción de “Jornada”, y elegido diputado por Lima (1945-1948), se reincorporó a su cátedra de la Facultad de Letras, en cuyo seno fue elegido decano. Fue rector de San Marcos en tres oportunidades (1946-48; 1961-63; 1966- 69). Durante su gestión se construyó la Ciudad Universitaria, organizó la imprenta de San Marcos, la Escuela de Periodismo, entre otras importantes obras. Amó a la cuatricentenaria universidad como un adolescente, con pasión y sin reserva. Antes de su muerte expresó: “una de las pocas cosas de las que me siento orgulloso es de haber contribuido a organizar una universidad como San Marcos”.
Nuevamente desterrado tras el golpe de estado del general Manuel A. Odría (1948) reanudó su labor docente en el exterior. Cuando retornó al país en 1956 reasumió su cátedra, tras el restablecimiento democrático, fue entonces candidato a la vicepresidencia de la República (1962), elegido senador por Lima (1963-1968), desempeñó la presidencia de su cámara (1967). Durante la etapa del gobierno militar (1968-1980) se dedicó a hacer periodismo y escribir importantes textos. Durante las elecciones para constituir la Asamblea Constituyente (1978-1979), obtuvo la segunda mayor votación, después de Víctor Raúl Haya de la Torre. En los hechos dirigió esta asamblea debido a la severa enfermedad del líder aprista. Fue ungido como senador por Lima para el período 1980-1985 y reelegido para el período 1985-1990, habiendo desempeñado la Presidencia del Senado (1985-86). Fue miembro de la Academia Nacional de la Historia (1928) y de la Academia Peruana de la Lengua (1980). Fue un auténtico defensor de la libertad, del sistema democrático y de la Constitución.
Su obra principal fue: La Literatura peruana – derrotero para una historia espiritual del Perú. Cabe destacar que la vida y la obra de Manuel González Prada, como el tema cultivado con mayor afecto y nuevas aproximaciones, como: Elogio de don Manuel González Prada (1922); Don Manuel (1930); Mito y realidad de González Prada (1976); Nuestras vidas son los ríos (1977); Historia y leyenda de los González Prada; Documentos inéditos sobre la familia González Prada (1977); la iniciación de unas Obras completas (1946-1948), que incluyó bajo el título de Adoración, las inéditas poesías escritas para Adriana Verneuil; y las ediciones iniciales de Ortometría: Apuntes para una rítmica (1977) y Cantos del otro siglo (1979).
Estudios especializados, sobre figuras y aspectos de la literatura peruana, son: Los poetas de la revolución (1919) y Los poetas de la colonia (1921), reunidos en un solo volumen al ser reeditados (1947 y 1974); Don Ricardo Palma y Lima (1927); Góngora en América y El Lunarejo y Góngora (1927); Índice de la poesía peruana contemporánea (1900-1937), Antología precedida de un cuadro generacional (1938); La literatura del Perú (1939 1943), versión de un ciclo de conferencias sobre la materia, y cuyos propósitos divulgatorios han sido reiterados en Panorama de la literatura del Perú, desde sus orígenes hasta nuestros días (1974) y en Introducción crítica a la literatura peruana (1974); El Señor Segura, hombre de teatro (1947); Aladino o vida y obra de José Santos Chocano (1960 y 1975), distinguido en 1960 con el premio nacional de fomento a la cultura en la especialidad de ensayo; El Doctor Océano (1967), estudios sobre don Pedro de Peralta Barnuevo; Valdelomar o la belle époque (1969); Conservador no, reaccionario sí (1985), polémico ensayo sobre José de la Riva Agüero y Osma; Escafandra, lupa y atalaya (1977), compilación de ensayos sobre autores y corrientes literarias; Indianismo e indigenismo en la literatura peruana (1982), versión de su discurso de incorporación a la Academia Peruana de la Lengua.
En torno a la Literatura hispanoamericana ha publicado: América, novela sin novelistas (1933-1940); Panorama de la literatura actual (1934,1935 y 1936); Vida y pasión de la cultura en América (1935, 1936 y 1970); Historia de la Literatura Americana (1937, 1940, 1942 y 1943), Corriente en la Nueva Historia de la Literatura Americana (1944 y 1950); Balance y liquidación del novecientos (1941), en cuya segunda edición (1956) se pregunta el autor en el título si tuvimos maestros en nuestra América; Proceso y contenido de la novela hispano-americana (1953); Escritores representativos de América (4 volúmenes, 1957-1963), que reúne ensayos críticos sobre cien figuras literarias del continente.
Paralelamente ha consagrado las siguientes obras a la historia política y cultural de América: El pueblo en la revolución americana (1942); Historia general de América (1942,8va edición en 2 volúmenes, 1964 y hasta 1981: 3 ediciones en 3 volúmenes); Los fundamentos de la Historia Americana (1943); Breve historia de América (1944), versión compendiada de su propia Historia General; ¿Existe América Latina? (1945); Examen espectral de América Latina (1945 y 1962).
Incursionó con éxito en la biografía con: Haya de la Torre o el político (1934, 1936, 1954 y 1979); La Perricholi (1936, 1944, 1955 y 1963); Garcilaso Inca de la Vega, primer criollo (1939, 1940, 1943, 1945 y 1979); Valdivia, el fundador (1941); Una mujer sola contra el mundo (1942 y 1957), que evoca la personalidad de Flora Tristán.
Ha incidido en el ensayo sociológico: El Perú, retrato de un país adolescente (1958, 1963 y 1973), que mereció el premio nacional de fomento a la cultura (1959) en la especialidad de ensayo; complementado con El Perú: nuevo retrato de un país adolescente (1981).
Ha volcado las experiencias de su “vida sin tregua” en relatos tan animados como reveladores: El actual proceso político peruano (1957); Testimonio personal (4 volúmenes 1969-1971), que en verdad constituye una historia del Perú durante el siglo XX; Apuntes para una biografía del APRA (3 volúmenes 1978-1981); y la correspondencia cambiada con Víctor Raúl Haya de la Torre entre 1924 y 1976 (2 volúmenes 1982); Pasajeros PSNC, Orcomia 1928-1930 (1984); y Política sin caretas (1984).
Entre sus testimonios se encuentran: los Relatos esperpénticos en los cuales ha trazado una saga sociológica y política del siglo XX, a saber: Los Señores (1983); Los Burgueses (1983); Los Revoltosos (1984) y Los Redentores (1984).
Además, ha ordenado sus crónicas de viaje: Sobre las huellas del Libertador (1925); Un sudamericano en Norteamérica (1942 y 1968); Reportaje al Paraguay (1949); La tierra del Quetzal (1950); Visto y Oído en Chile (1975).
Ha publicado textos didácticos, entre los cuales destaca su Breve tratado de literatura general y Notas sobre literatura nueva (20 ediciones en 1935). Memorias, estudios y ensayos polémicos en torno a la Universidad, como: La Universidad Latinoamericana (1949); Sobre la reforma universitaria (1959); La universidad no es una isla (1951). Significativas son también sus incursiones en la novela: El pecado de Olazábal (1963) y La juramentación de Darío Beltrán (1977). Y además numerosas selecciones o compilaciones destinadas a presentar la obra o el pensamiento de escritores y conductores de ayer y hoy, ensayos conmemorativos y traducciones.
A base de obra tan vasta y versátil han sido preparadas dos antologías: Pasos de un peregrino son errante (1968), con selección de Jorge Puccinelli; y Cuaderno de bitácora (1974), que Willy Pinto Gamboa ha seleccionado entre los artículos que a través de los años y en muy diversas publicaciones periódicas han aparecido bajo ese rubro.
Escritor abundante y sin tregua, que con su pluma y su voz defendió sus creencias políticas y los valores de la libertad, durante un siglo signado con la pasión, la violencia y la esperanza.