Blog

JOSÉ URIEL GARCÍA (Cuzco, 1884 – Lima, 1965)

El teórico andino que con mayor radicalismo plantea el problema de la cultura y el mestizaje peruano, liberándolo de la visión exclusivamente étnica. Su obra central “El nuevo Indio” (1930) es como lo señala José Tamayo Herrera la antítesis de “Tempestad en los Andes” (1927) de Luis Eduardo Valcárcel (1891 – 1987).

José Uriel García recibió sus primeras enseñanzas del peruanista Francisco Sivirichi, quien le inculcó a valorar el elemento inalterable de nuestra cultura: el hombre andino. Ingresó a la Universidad San Antonio de Abad, para integrarse en forma espontánea al grupo estudiantil reformista que pugnaba por cambios educativos en la universidad cuzqueña. Impactado por la lucha estudiantil que provoca la Reforma académica de 1909, se vuelca al estudio de lo regional, rechaza el cosmopolitismo de abstraerse en especulaciones modernistas, su tesis busca, lo que casi nadie deseaba reconocer, la base autóctona de nuestro arte nativo.

“El arte incaico en el Cuzco” (1911), representa la interpretación de una estética que escapa a los valores convencionales, recibe la influencia de Herbert Spencer y de Juan Marie Guyau. Desde los íconos andinos pretende explicar el simbolismo de toda una cultura, que en sus formas expresa contenidos permanentes, valores constantes en su monumental arquitectura, aún más ricos, para García, que su bella orfebrería.

Sus primeras reflexiones sobre la historia de los antiguos peruanos estuvieron influenciada por el positivismo de Comte, a partir de 1918, se alejó de él “… porque en la explicación teórica prefieren a la inteligencia, sin reconocer el papel de la voluntad y el sentimiento”; se sintió atraído por quien encabezaba en toda Europa el espiritualismo vitalista, el francés Henri Bergson, posición que cimentó con los aportes de Oswaldo Spengler, Ortega y Gasset y Ricardo Rojas. ¿Qué espíritu buscaba Uriel García? Aquél que ha generado nuestro mestizaje cultural.

Los años veinte constituyeron un auge del movimiento indigenista, que venía bregando desde diferentes perspectivas por la reivindicación social del hombre andino, allí está la Asociación Pro – Indigenista de Pedro Zulen y Dora Máyer, está el libro Tempestad en los Andes de Valcárcel prologado por José Carlos Mariátegui y cuyo colofón lo escribió Luis Alberto Sánchez, aparece el Boletín Titikaka (1926 – 30) dirigido por Gamaniel Churata de Puno, la revista Kuntur (1927- 28) del Cuzco y la revista La Sierra (1927 – 30), de Puno publicada en Lima, bajo la dirección del cuzqueño Guillermo Guevara, cuyo primer número contenía artículos de José Uriel García, Emilio Romero, César A. Rodríguez y un saludo ológrafo del propio Valcárcel. En esta revista surgieron neologismos como “indolatinia”, “serranismo”, “indianismo”, etc.

Bajo este influjo apareció en 1930 el libro capital de Uriel García “El nuevo indio”, que buscaba definir los conceptos básicos del indigenismo en los siguientes términos: “Indio no es sólo ese hombre de color bronceado, de ojos rasgados, sino todo aquél que se acrecienta interiormente al contacto de la naturaleza americana”. La raza no hay que buscarla en el resurgimiento biológico de los que nos llaman a mirar el pasado, sino en el espíritu de quienes nos proyectamos al porvenir. “La América de hoy -prosigue el pensador cuzqueño- está determinada más que por la sangre por el espíritu”. Lo étnico es ante todo cultural y ésta es voluntad de realización social en un ambiente geográfico determinado.

Por sus ideas radicales sufrió persecución y prisión, formó parte del núcleo izquierdista del indigenismo cuzqueño, plasmando sus inquietudes intelectuales en varios títulos: El Cuzco Colonial (1924); Guía histórica – artística de Cuzco (1925) y Machu Picchu (1961).

Ejerció la cátedra universitaria en San Antonio de Abad y en San Marcos, donde dictó con sabiduría el curso Historia del Arte. Por sus conocimientos regionales y por el prestigio adquirido en la Ciudad Imperial fue elegido con el respaldo de sus paisanos, hasta en dos oportunidades senador. José Uriel García es dentro de la “escuela cuzqueña” uno de sus más serios analistas e intérprete de sus valores, busca desmitificar lo tradicional, como forma de añoranza estancada, se afana en precisar ideas: ¿Qué distingue a lo incaico de lo indiano? “Lo incaico ha muerto -sentencia García- sólo sobrevive lo indiano. Lo incaico es sólo un lapso de lo indiano; lo incaico es una parte de lo indiano, es su etapa superada, es su tiempo inerte, es su infancia frustrada”. Para el autor de “El nuevo indio”, debemos dejar que lo indiano prolongue su vitalidad y nos muestre aun, todos los frutos de su madurez.

 

Leave a Comment

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

You may use these HTML tags and attributes:

<a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>

0
    0
    Tu Carrito
    Tu carro está vacioVolver a la tienda
    ¿Como te puedo ayudar?